Anoche, el recinto Marenostrum de Fuengirola acogía una nueva parada de la gira veraniega de Thirty Seconds to Mars, y lo hacía con toda la parafernalia que acompaña a una banda que ha hecho del espectáculo una señal de identidad.
Para quienes seguimos con pasión el rock y el metal, esta era una cita que generaba un cosquilleo especial. Años atrás los vi en un festival europeo y, salí con la sensación de que el rock ocupaba un segundo plano frente al show. Así que esta vez, iba con escepticismo: ¿volvería a sentir lo mismo?
La noche ya había caído sobre Fuengirola cuando llegamos al recinto. Todo estaba bien organizado y conseguimos entrar sin problemas. El público era variado, con gente de todas las edades, incluidas varias familias. Me emocioné especialmente al ver a un chico muy joven con un cartel que decía: “Este es mi primer concierto y estoy viendo a mi banda favorita”. Ese tipo de detalles te reconcilian con lo que significa para servidora la música en directo.
Una tirolina cruzaba el recinto desde el Castillo Sohail hasta el escenario. Todo el mundo la miraba con intriga, preguntándose si formaba parte del show. Y sí, los rumores se confirmaban: con unos minutos de retraso, Jared Leto aparecía, enfundado en blanco, deslizándose en tirolina hasta aterrizar en el escenario. El griterío fue ensordecedor. ¿Qué espectáculo estábamos a punto de presenciar?
La banda arrancó con “A Beautiful Lie”, el disco que los catapultó al éxito, seguido de una intensa “Kings and Queens”, acompañada de un derroche de luces y fuego. El sonido era potente, aunque muy procesado, como ya es habitual en sus directos: guitarras en vivo mezcladas con bases pregrabadas y una producción visual muy cuidada.
Jared se mostró cercano, simpático, eufórico por estar en España. Entre canción y canción, no paraba de lanzar “¡Hola! ¿Cómo estás?” al público, que le respondía con entusiasmo.
La banda repasó grandes éxitos como “Up in the Air”, “This is War”, “Attack”, “Hail to the Victor”, “Stuck”... Todas coreadas por un público entregado que convirtió el concierto en un gigantesco karaoke de “Ohhh ohhh”.
En esta velada hubo espacio también para la emoción. En uno de los momentos más íntimos, Jared se colgó la guitarra e interpretó algunos temas en acústico. A más de uno se le escapó alguna lágrima.
El cierre, con los demoledores “The Kill” y “Closer to the Edge”, fue el punto álgido de la noche: intenso, catártico, que nos devolvió, por unos minutos, a la etapa más auténtica de la banda, cuando las guitarras aún pesaban más que los efectos.
Thirty Seconds to Mars dió un espectaculo acorde a lo que la banda representa a dia de hoy.
Siguen siendo un fenómeno escénico arrollador, un producto de entretenimiento donde cada explosión y cada gesto están medidos al milímetro, pero eso no es necesariamente algo malo.
Jared Leto es un visionario, un actor que vive el escenario como un plató, y su carisma arrastra masas. No es una banda de rock al uso, pero lo que hacen, lo hacen bien, el show está asegurado.. Y ayer en Fuengirola, hicieron disfrutar a miles de personas.
Texto: Patricia Duchamp
Fotos: Marenostrum Fuengirola