Crónica Molotov: Fuengirola, 5 de julio de 2025.
Redacción: Patricia Duchamp
Fotografia : Stoner Photography
Tres décadas después de su explosivo debut, con discos tan emblemáticos como ¿Dónde jugarán las niñas?, los mexicanos Molotov siguen siendo sinónimo de irreverencia, crítica social y energía sobre el escenario. Así lo demostraron el pasado sábado en el Castillo Sohail, dentro del recinto del festival Marenostrum Fuengirola, donde ofrecieron un show festivo y combativo ante un público entregado y multigeneracional.
El recinto, situado frente al mar y con la imponente silueta del castillo como telón de fondo, acogió una noche cargada de recuerdos y potencia sonora.
Los propios miembros de la banda se mostraron sorprendidos por el entorno. Micky, en tono de broma, comentó que este castillo pertenecía a sus antepasados y que estaba encantado de estar tocando allí.
La única incidencia reseñable ocurrió a la entrada del recinto: se vivieron algunos momentos de desorganización debido a problemas con la descarga de entradas digitales, lo que provocó colas y ciertas quejas entre los asistentes. Afortunadamente, fue una situación puntual que no empañó el desarrollo del concierto.
Ahora vamos a lo importante: el concierto.
Entre el público se mezclaban veteranos que crecieron con los primeros discos de la banda, nuevas generaciones de seguidores y numerosos asistentes mexicanos que convirtieron el recinto en una auténtica celebración colectiva. Como en todos sus shows, la bandera mexicana no podía faltar.
En esta gira del 30º aniversario, el grupo cuenta con el regreso temporal de Jay de la Cueva, miembro fundador, que sustituye a Tito Fuentes mientras este se toma un descanso tras una enfermedad complicada. A su lado, un nuevo MC interpreta las partes vocales de Tito —y debemos decir que su voz es un calco del original—, por lo que no nos sorprendería que algún despistado creyera que Tito estaba presente. Ahora son cinco sobre el escenario.
El espectáculo de los mexicanos fue sólido y lleno de energía, con algunos momentos más intensos que otros. Entre los temas más destacados estuvieron “Hit Me”, “Pendejo”, “Frijolero” "Chinga tu madre" y “Gimme tha Power” (esta última sonó antes de lo esperado, para sorpresa de muchos).
Durante el show, la banda no perdió la oportunidad de lanzar críticas a la situación política actual, especialmente en lo referente a la inmigración. También agradecieron al público de Fuengirola —aunque les costó dar con el gentilicio y acabaron llamándolos "Fuengirolos", lo que provocó algunas risas—. Recordaron incluso cuando tocaron allí en 1999, donde, servidora, tuvo la suerte de estar presente.
El final del concierto estuvo cargado de euforia y nostalgia. Los últimos cartuchos de los mexicanos fueron “Mátate Teté”, “Puto” y su bailonga “Rastaman-Dita”. Esta última generó sensaciones encontradas: durante su interpretación, la banda invitó a numerosas mujeres del público a subir al escenario para bailar, una escena que, para algunas asistentes —entre ellas quien escribe—, resultó algo fuera de lugar y anacrónica, más propia de otras épocas que de los tiempos actuales.
A pesar de este detalle, la actuación fue intensa, cercana y técnicamente impecable. La química entre los músicos sigue viva, y la banda continúa transmitiendo esa sensación de grupo de amigos que disfruta haciendo música sin tomarse demasiado en serio a sí mismos, aunque sí a su mensaje.
Molotov sigue en pie. Y aunque el tiempo pase, sus canciones —y sus intenciones— no pierden fuerza.
No queremos cerrar esta crónica sin agradecer el trato recibido por parte de la organización del Marenostrum Fuengirola, así como destacar, una vez más, la importancia de espacios como este, que permiten disfrutar de grandes artistas en un entorno privilegiado y con una cercanía difícil de encontrar.