12 de Junio de 2025, Primer Día del Z! Live 2025

Texto: José Augusto Arincón
Fotos: José Augusto Arincón
Foto Rotting Christ Cortesía de Z!Live

Antecedentes.

Llegaba yo a Zamora con la duda y el nervio del neófito, de aquel que se sabe verde y falto de experiencia en estos lares. Desconectado como llevo de grandes eventos desde hace una década, cubrir un evento de tal nivel se me antojaba un monte arduo que encumbrar, añadiendo mas peso a una mochila cargada en demasía. Por otro lado mi bagaje como “periodista” se limita a crónicas de conciertos locales y reseñas de discos. Pero amilanarse no era una opción.

Advierto que no voy a limitarme a hacer un listado de bandas y canciones adjetivando con pedantería e hipérboles manidas. Suele obviarse el lado humano de estas ocasiones y si algo podemos concluir de esta experiencia es que el Z! Live es un festival acogedor y entrañable.

En ésta edición del 2025 el festival cumplía 10 años. Una década da para aprender muchas cosas y la sensación general es de trabajo bien hecho.

Con Kris Mayo de fiel escudera (ella encargada de recabar material audiovisual), preparamos en pocos días los pertrechos y las viandas, y el Jueves 12 de Junio a las 7 a.m. nos lanzamos a la carretera. Cinco horitas y media de viaje en buena compañía, que se hicieron cortas (la buena conversación contrae la variable temporal). La ruta de la plata es un camino bien conectado, siempre por autovía, sin peajes y que cuenta con una variación de paisajes que alimenta la vista y el alma. Se disfruta.

Ya en meta, encuentro con amistades nuevas y pretéritas, un ligero descanso y rápido almuerzo.

Zamora no me es desconocida, la visité con frecuencia en mi veintena como parada previa a las vacaciones familiares en Asturias. Así, el regreso se enriquece de nostalgia y recuerdos. La recordaba una ciudad amable, de buen yantar y clima agradable, y mas aun considerando el horno a la orilla del guadalquivir que dejamos atrás. En todo lo bueno no ha cambiado, y la encontramos mas moderna y luminosa si cabe. Tenemos reservado piso turístico a pié de la catedral, dejamos bártulos y cogemos un taxi para acercarnos al recinto ferial.

El día se presentaba con una temperatura muy agradable, unos 27 grados, y un sol que no molestaba en exceso.

Sobre las tres de la tarde recogemos las acreditaciones de prensa. La atención es muy buena, el personal presto a ayudar. Hasta la gente de seguridad es amable y simpática.

No hicimos uso del aparcamiento, pero es un detalle a tener en cuenta que la prensa agradeció muchísimo (recuerden que llevamos abultado material fotográfico, ordenadores...).

Para el público en general, el ayuntamiento adapta como aparcamientos dos carriles completos de la larga avenida que nos lleva desde el centro al palacio, pero aparte tienes lanzaderas todo el tiempo y una red de taxis activa hasta altas horas de la noche. No puede quejarse uno de mala accesibilidad.

Uno de los problemas que suele encontrarse en este tipo de festivales es la dificultad de reservar alojamiento. Mucha gente termina reservando en localidades cercanas o incluso en la vecina Salamanca (a una hora corta en coche).

Para viajeros menos exigentes hay habilitada una amplia zona de camping y zona para caravanas.

Tres y cuarto, registro de bolsos y macutos. Accedemos al recinto.

El Recinto

Tras acceder atravesamos un largo carril que rodea por detrás el edificio del IFEZA, todo plagado de tiendas de merchan. Al fondo de éste, hay una amplia zona de servicios (merece un capítulo aparte la limpieza y cuidado, los servicios de las damas me cuentan que olían a piruleta).

Se abre el camino a una amplia explanada a mano derecha del salón (que funcionó como zona de prensa, ludoteca y guardería) la cual nos reservaba la impresionante vista de dos escenarios majestuosos que acogerían las actuaciones del día. Dos gigantes de más de 30m de altura denominados por la organización Copper (a la izquierda) y Silver (a la derecha).

Dicha explanada esta cubierta de césped, un punto muy a favor en cuanto a comodidad y frescor, aunque se notaba que había sufrido ya los rigores del verano ibérico. La zona trasera se veía llena de bancas y mesas para comer o descansar, y en el centro, entre las dos casetas de sonido y luces (una por escenario), se instaló un recinto elevado especial para que personas con discapacidad pudiesen disfrutar de las actuaciones con comodidad. Con servicio adaptado incluido. Atención al detalle.

A cada lado de la plaza, desplegaban amplias barras de bar y la trasera se reservó para los puestos de comida, muy variados y de buena calidad. Quizá algo altos de precio, pero nada que objetar en cuanto a gastronomía. La verdad es que una vez asentados en el recinto no tiene uno necesidad de salir hasta pasado el concierto.

 

Una vez aclimatados, tras saludar a amigos varios y una visita breve a la zona de prensa, nos dispusimos a disfrutar de las actuaciones. Carlos Carvalho el encargado de Prensa del festival nos había agregado días atrás a un grupo de Whatsapp y nos iba informando a tiempo real de cualquier movimiento, sala de prensa, entrevistas...etc. Magnífica la gestión de Carlos.

 

Los compañeros y compañeras de prensa disfrutábamos de un amplio foso para fotografía y vídeo (habilitado sólo las tres primeras canciones de cada actuación). Personalmente creo que la cercanía y ángulo limita mucho a la hora de conseguir buenos planos y sensación de profundidad, pero es mas cómodo en los conciertos de bandas famosas en los que el público se amontona y además se mueve mucho. Tras los tres temas de rigor, salíamos fuera y recogíamos instantáneas con mejor perspectiva y abundante material en vídeo. Algún percance tuvimos, que el alcohol no ayuda a mantener el equilibrio y es relativamente normal que se te caiga alguien encima. Luego comentaremos pero ésto nos condicionó a posteriori.

 

After Lapse

Los After Lapse hacen un metal progresivo no muy típico hoy día. Digamos que es una banda donde los teclados ganan a las guitarras y el “aire” es mas alegre que oscuro. Nos recuerdan, empero, a una banda muy de actualidad como es Haken, pero aún más a bandas como Circus Máximus que campeaban en la primera década del nuevo milenio, cuando el power metal era muy común e impregnaba por ósmosis al resto de estilos.

Banda reciclada de ex-miembros de otrora ilustres. Roberto Cappa a la batería (Dark Moor), Javier Palacios al bajo (Centinela) o Pablo Sancha en los teclados (Delÿrium). Erik Rayne, a la postre vocalista, lleva dos semanas con la banda y defendió lo suyo con soltura.



El sonido en el escenario Silver Stage fue mas que correcto y pre-avisó a los que llegábamos que el día iba a ser memorable en lo sonoro.

Sufrieron el mal de ser la primera banda del día. El público estaba más a comprar camisetas o pedir la primera birra que a escuchar música, pero nos reunimos un cierto número de espectadores que pudimos disfrutar de su buen hacer. Un muy destacable entrante.

Vola

Era el turno de los daneses Vola. La transición fue rápida y eficiente. Una de las cosas mejor traídas en el Z! ha sido el control de tiempos. Obviamente el tener dos escenarios ayuda, pero han funcionado como un reloj. Pasábamos del escenario Silver al Copper.

El sonido era de lo mejor que he escuchado en tiempo en un directo (y sólo era el comienzo).

La banda no deja dudas en su estilo, lo tienen clarísimo. Reminiscencias djent, afinaciones muy graves cubriendo unos desarrollos vocales “ambientales” y con un aire “poppy” (para el público general cercano a bandas como Coldplay, para los iniciados recuerdan un poco a los anglosajones Frost* o los Dredg), con unos teclados muy presentes y una batería que daba el groove que nos sacaba de lo monótono del desarrollo melódico siempre a medios tiempos. Un muro de sonido con un único pero: la sensación de que cualquier salto aleatorio a otro frame no se notaría lo mas mínimo. Parecería que seguimos en el mismo tema con una ligera variación. Terminas sin recordar ninguna melodía de ellos. Tampoco creo que sea su intención componer himnos, no es esa su liga.




En todo caso una banda sobresaliente en todos los sentidos, un ejercicio de mesmerismo colectivo que no nos dejó indiferentes.

Asger Mygind a la voz y a la guitarra, Martin Werner a los teclados, Nicolai Mogensen al bajo y el sueco Adam Janzi a la batería.

 

Kissin’ Dynamite

Cambio de tercio radical. Del Djent ambiental profundo al Hard Rock alemán resultón y desenfadado. El respetable agradeció la simplificación en lo propuesto. No va a ser todo desarrollo, matices y rostros adustos. Los teutones son cercanos, lanzan guiños al público y es notorio y casi palpable que disfrutan de compartir su arte. “My Monster”, “You Are Not Alone” o “DNA” sonaron y levantaron al personal, que lo disfrutó muchísimo y coreó los temas con alegría.






Su espléndido 
frontman Hannes Braun es todo alegría, lo siente y lo transmite, pero el resto no le van a la zaga. Se sintió como tomarse una bebida energética o el café de la mañana, una inyección de estimulantes que terminó de sacar del sopor de la siesta al público. Seguramente la actuación con mas cuernos al aire. Subidón.

Nile

En Sevilla tenemos la suerte de ver a Karl Sanders y sus chicos cada poquito. La última vez, en la sala Custom, dieron un gran concierto, pero en el Z! rozaron la perfección. Su baterista el gran George Kollias parecía recuperado de molestias que le lastraron ligeramente en aquella ocasión, y rayó un nivel que pocos pueden alcanzar. Avisó con un pequeño calentamiento previo demostrando que su formación trasciende el metal y el death, y cuando la banda comenzó a rodar fue todo un abuso. Se les notaba contentos, rompiendo a menudo la barrera con el público (reconozco que molaba cada vez que Sanders invocaba a la ciudad. “Samora”, gritaba, y parecía que iba a aparecer Conan del backstage a caballo).





Para mi humilde opinión, lo mejor de todo es que pudimos disfrutar de las ricas texturas que conforman las dos guitarras y el bajo, lo cual no es posible a menudo por las limitaciones sonoras de las salas (el exceso de volumen y de graves suele lastrar mucho). Aquí, en un escenario abierto, la cosmogonía sonora que desarrollan estos sacerdotes egipcios alcanzó su plenitud. Todo un regalo de los maestros del Brutal Death. El mejor concierto que les he podido disfrutar, con diferencia. Gozada.

 

Exodus

Tras los apabullantes Nile, Exodus nos concedió un descanso mental a base de old school y mucha tralla. No son los mas técnicos, no tienen el mejor sonido, pero lo dan todo por el público y pueden revivir un muerto sin magia negra. Llevan 40 años manteniendo el nivel con soltura. La sensación fue de liberación (veníamos de un ambiente opresivo, en el buen sentido). Algo similar al momento de Kissin’ Dynamite.


Creo que es un acierto por parte de la organización el alternar propuestas densas con otras mas ligeras. Por fin se vieron pogos desatados. Hasta se dieron el lujo hasta de colar un guiño a Slayer con su Reign in Blood. Historia viva del metal escribiendo una página mas en su extenso libro. Y que siga así por muchos años.

Meshuggah

La mejor actuación de la noche, para un servidor. Meshuggah no son plato sencillo de deglutir, lo reconozco. Su estilo pese a ser los padres del djent se fundamenta no sólo en el sonido tight de las guitarras, empero en pequeños desplazamientos rítmicos continuos que rompen la métrica con precisión matemática, todo a cargo de un Thomas Haake capaz de desarrollar polirritmias que desafían al mejor alumno de Berklee, realizadas una contundencia y precisión que apabulla hasta al que no entiende. Por algo también son padres del math metal, una deriva del progresivo que ahora es preponderante, que mezclada con las voces guturales han desembocado en el progresivo “extremo” y una pléyade de bandas que han heredado y desarrollado caminos que han enriquecido el género de forma exponencial. Han sido mentores de nombres tan grandes como Tool o Periphery. Ahí es nada...











Con una formación que no ha variado apenas desde su fundación (alguna sustitución puntual de Fredrik Thonderthal y poco más), como combo son como un puño cerrado. Los americanos lo llaman tightness, suenan apretados como la malla de un jevi cincuentón. Agresividad, complejidad… en una suerte de bucle alucinógeno del que nos hacen participes en cada acto.

Llamaron la atención en la previa por la decoración que subieron al escenario. Cargado lo tenían de lonas con diseños muy psicodélicos (muy del gusto de la banda), máquinas de humo seco, torres de luces automatizadas y láseres se presagiaban un espectáculo luminoso que, pese a ser advertido, no dejó de impresionarnos.

Lo estático de los músicos, centrados en la perfección sonora y rítmica, se compensaba con un despliegue visual que te mantenía activo y atento. Algo perfectamente calculado para causar hechizo y asombro. La noche cayó sobre el escenario y disfrutamos de algo realmente mágico. Una comunión en la que el público se dejó llevar. Era impresionante observar los rostros de la gente, embelesada por el espectáculo. La selección de temas me pareció de lo mas acertado, con temas clásicos como Bleed, Combustion o Demiurge, mezclados con algunos (pocos) tracks del nuevo disco. Se hizo corto, lo cual en una banda como Meshuggah, tan densa e intrincada, dice mucho.


Dream Theater

A priori, el plato fuerte de la jornada.

El retorno de Mike Portnoy a la banda era un aliciente fortísimo para cualquiera que sea fan de los de New Jersey. Celebraban ademas los 40 años de vida, una cifra encomiable para cualquier grupo musical y mi duda era ver cómo llevaban la edad. Los he disfrutado cuando sus próstatas estaban prístinas y mi desconexión con sus últimos trabajos de estudio me ha desalentado a verlos en directo, así que acumulaba un retraso hiriente.


No es secreto que James Labrie lleva siendo cuestionado casi desde sus inicios por su pobre en directo. Lastrado por una lesión de cuerdas hace ya años (por un flato ácido, comentó el propio James en su momento), ha tenido momentos bajos y álgidos para nada a partes iguales, y no siendo el miembro mayor del grupo es quien se siente mas anquilosado a la hora de moverse por el escenario. Personalmente es algo que uno ya asume a estas alturas y se limita a disfrutar del resto y a cantar los agudos que Labrie no alcanza como para compensar la falta.


Recibimos un comunicado interno explicando que la banda había vetado las grabaciones de vídeo en foso y fuera de él, lo cual no presagiaba nada bueno. Hicimos caso a regañadientes, aunque mas de un medio hizo oídos sordos de forma valiente.

Mi impresión es que, viniendo del reciente concierto en Fuengirola, lo mas probable es que Labrie estuviese resentido vocalmente y no querían manchar su reputación excesivamente. Feo detalle, comprensible, pero feo.

Lo cierto es que Labrie, pese a lo voluntarioso (cosa encomiable), no estuvo ni a la altura del nivel bajo que exhibe últimamente. Habría que ir mirando el set list y no poniéndole en según que aprieto vocal. Si no se llega, no se canta. No pasa nada.

Me preocupó más el estado de John Petrucci. Soy fan, no quiero hacer sangre, pero John se sentía como cansado, serio. A ratos su Musicman se escuchaba sobrecargada de efectos y los solos rápidos, incluso algunos no tan exigentes, no sonaban limpios como siempre. Teorizamos incluso si había llegado enfermo o con fiebre. Pura especulación, pero no son gente que puedan pasar desapercibidos ni esperar que no se pongan bajo lupa sus movimientos. No es algo a lo que nos tengan acostumbrados tampoco.


Pasando a lo positivo, Portnoy se encuentra en excelente forma. Mucho se ha hablado del retorno del hijo pródigo después de una travesía larga con el excelente y técnico Mike Mangini. Ciertamente Mangini es muy superior en cuando a precisión y dominio de su instrumento que Portnoy (que no es que sea manco), pero todo el mundo añoraba el “alma” del fundador de la banda y esa complicidad con el público que siempre tuvo.

No nos gustó mucho el último disco, hay que decirlo. Nos parece un refrito sin chispa de cosas ya pasadas, pero se disfrutó ver a Mike levantarse una y otra vez de la banqueta. Aporta una conexión de la banda con el público de la que adolecen el resto (quizá no tanto Rudess) y se hace muy necesaria.

Jordan Rudess y John Myung, como siempre, cuasi perfectos. Jordan incluso pareció querer compensar el bajo nivel de Petrucci con algunos solos quizá algo hiperbólicos e innecesarios. Nos encantó su pié de teclado articulado con pantalla led, eso si.



En general el sonido fue muy bueno, pero reiteramos que la guitarra no sonó seca y perfecta como esperábamos. Una lástima.

Hora y cuarenta de espectáculo, algo mas corto que el de Fuengirola, y la gente contentísima. Muchos no los habían visto antes, nadie les quitará ese gusto y honor. Para mi, sin embargo, fue un bajoncillo anímico, la verdad. Da cosica ver decaer a tus ídolos. Espero que lo de Petrucci solo sea un espejismo.

 

Rotting Christ

Llegaban los griegos con muchísima energía y con evidentes ganas de lograr la comunión con el público que toda banda sueña. Muchos mensajes de cariño al público, a sabiendas que a estas horas ya andábamos muchos muy cansados y con ganas de cenita y cama. RT son una banda que supuestamente hacen black metal, pero con algún amigo bromeamos sanamente que si le sobreponías melodías de voz limpia aquello sonaba a Easy Rider o a Manowar dependiendo del momento. El metal extremo tiene esas cosas, a veces la voz nos condiciona.


Tonterías aparte es una banda que suena muy compacta y energética, con un desarrollo de temas muy elaborado, que nos transporta aun escenario sonoro siniestro y oscuro, pero con el contrapunto de un aire ochentero en los solos de 
Kostis Fouk (seguramente los mejores solos que oímos este día) los hermanos Tolis ( Sakis voz y guitarras y Themis a la batería) cargan una extensa carrera detrás que se nota en las tablas que despliegan en cada concierto. No defraudaron ni un poquito. Habrían merecido algo mas de público, pero una jornada tan larga e intensa hacía mella a estas alturas.

 

Vita Imana

Los madrileños eran conscientes que la energía se iba agotando. El bajón de público era notorio, era muy tarde, sobre las 2 de la mañana, pero los que quedaban aun tenían ganas de marcha y merecían premio por su aguante. Así que decidieron darles gasolina y prender la mecha. Con un Groove Metal potente a mas no poder, no inventan la rueda (20 años les alumbran) pero te meten el chute como ninguno. Es una burrada como suenan, aunque para mi lo mas impresionante es su batería Dani García que me recuerda en pegada al brasileño Eloy Casagrande.

Su vocalista Mero Mero con registros de todo tipo desde el Death al Grindcore impresiona por lo dinámico. No para de moverse, de bailar, de apelar al público. Logró que la peña hiciese un Wall of Death un poquillo descafeinado, pero es que tenía mérito a las 3 y pico de la madrugada.



Lo dicho, un concierto de los que te llenan de adrenalina y un final de fiesta explosivo que gastó las últimas energías que quedaban.

 

Nos fuimos a casa reventados, con la cámara rota (un parroquiano pasadillo de beber se derrumbó encima nuestra y hasta ahí llegó la Nikon), pero contentos de haber vivido un día de metal increíble.

Texto: José Augusto Arincón
Fotos: Kris Mayo

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