Sala Supra (Sevilla, 16/6/25). Marcando el termómetro de la Avenida de Hytasa (Barrio sevillano del Cerro del Águila) cuarenta grados a las 20:50 horas, no hacía falta ser demasiado inteligente para intuir que nuestras glándulas sudoríparas tendrían que trabajar a destajo en la visita de estas viejas glorias del género punk rock made in USA.

Para ser un lunes y con tan altísima temperatura nos sorprendió el buen aspecto de la sala, con más de media entrada, cálculo a ojo seríamos unas doscientas personas como mucho.

Algunos, como el que suscribe, nos quedamos algo chafados al no poder disfrutar del directo de Último Rekurso, la banda catalana que estaba previsto abriera el espectáculo. Así pues, sin teloneros, a las 21 horas ya estaban sobre las tablas los DEAD KENNEDYS repartiendo leña acelerada y caótica para regusto y deleite de una parroquia -en la que se citaron destacados músicos del underground local- con tremendas ganas de jaleo y pogo incluido un tipo en primera fila que no paraba de sacudir bien alto su muleta.

Con problemas de sonido iniciales -como el bajo volumen de la guitarra- que luego se fueron solventando y con la evidente charlatanería entre canción y canción y personalidad entusiasta del vocalista Ron “Skip” Greer, en una primera acometida en la que cayeron “Forward to death”,“Winnwebago warrior”, “Police truck” y “Buzzbomb” alternando piezas de sus dos primeros históricos álbums.

Visualmente llamaba bastante la atención de la pinta de “simpático abuelete” -de tó menos punki- del bajista de toda la vida y miembro fundador Klaus Flouride cumpliendo su función perfectamente y añadiendo de vez en cuando cachondos coros con voz aniñada al estilo dibujitos animados. La base rítmica se completaba con un contundente batera del cual ignoro su nombre y la clave y el meollo musical de esta banda siempre fue ese sonido de guitarra tan peculiar de inmortales riffs y estilazo influenciado por el surf rock del gran Raymond Pepperell Jr., más conocido con su nombre de guerra East Bay Ray: este tipo alto desgarbado y con gafas, como quien no quiere la cosa impartió un verdadero clinic (anglicismo innecesario según la RAE para decir clase magistral) de cánones del hardcore y del primigenio estilo punk a las 6 cuerdas.

Con otro himno de su legendario disco debut “Fresh fruit for rotting vegetables” de 1980 como “Kill the poor” ya teníamos la olla de caracoles hirviendo, súmenle puñetazos tan directos y a los morros como “Too drunk to fuck” o “Nazis fuck off” y se pueden hacer una idea de la locura generalizada que nos invadió chorreados de cerveza volandera.

El batería tuvo unas palabras de recuerdo al legado de su antecesor, el fallecido D.H. Peligro y atropellaron al respetable con la aclamada “California Über alles” para hacer una mínima paradita tras 50 minutos.
Para los bises habían guardado “Bleed for me”, la indispensable “Holiday in Cambodia”, una acelerada “Viva Las Vegas” cerrando un show de una hora y diez minutos escasos creo que con “Chemical warfare”. Bien es cierto que alguien echaría de menos a Jello Biafra, pero sorprendió para bien la estupenda interpretación vocal del cantante y frontman “Skip” sobre semejante repertorio (historia viva del primer y mejor punk californiano), se nos pasó muy rápido pero absolutamente satisfactorio.

Texto y fotos: Eduardo “Powerage” Pineda. 

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