LA LEGENDARIA BANDA ALEMANA OFRECE UN ESTUPENDO CONCIERTO DEMOSTRANDO SU MAGISTERIO EN EL HARD ROCK Y EL HEAVY METAL -EN LA TERCERA EDICIÓN DEL ICÓNICA FEST- CON UN LLENO HASTA LA BANDERA DEL RECINTO DE LA PLAZA DE ESPAÑA.
Desde las horas previas ya se podía intuir que sería una noche histórica para las hordas heavys del sur, se mascaba en el ambientazo existente por los alrededores a pesar de la terrorífica temperatura -propia del centro de Mordor- en medio de una ola de calor desesperante. La mítica banda teutona hacía su segunda visita a nuestra ciudad, tras aquella que hicieron al Pabellón de Alemania en la Expo de 1992 como los mejores embajadores culturales y más populares mundialmente de la Baja Sajonia, en la que nos regalaron un set acústico de unos 20 minutillos.
La parada en Sevilla del “Rock believer world tour 2023” arrancó un pelín tarde a las 22:37 horas con el trallazo inicial “Gas in the tank” enlazada del tirón con dos viejas perlas rescatadas de aquel magnífico álbum que fue “Animal magnetism” de 1980: la preciosa “Make it real” (prodigio del mejor hard rock melódico) y la apisonadora heavy de “The zoo”-con la guitarra solista de Mathias Jabs bordando el juguetón efecto del tubo en la boca combinado con el pedal, sí el efecto talk box y la siempre amenazante guitarra rítmica de Rudolf Schenker poniendo las cartas sobre la mesa también con un extraordinario solo para decir clarito quién era allí el jefe a pesar de sus 74 tacos-. Luego tronó la pieza más antigua de todo el show: “Coast to coast”, una maravilla instrumental del guitar hero Michael Schenker (el hermano pequeño) con un groove muy pesado que formó parte en 1979 del sexto LP de estudio “Lovedrive”, el de la polémica y censurada portada en varios países por sexista en el que a un señor trajeado se le quedaba pegada la mano a una teta de una guapa señorita con un chicle.
Otras dos canciones más del último trabajo discográfico “Rock believer” de 2022 (disco nº 21 de estudio de su impresionante trayectoria) nos trasladaban el mensaje de que las composiciones recientes no desmerecen en directo nada respecto a las clásicas de toda la vida y confirmaron la mejoría en la mágica voz y garganta de Klaus Meine cuyo principio nos deparó algunas dudas: el perfecto medio tiempo jevilongo “Seventh sun” y el pepinazo “Peacemaker”, amén de un seguro caballo ganador del repertorio como es “Bad boys running wild” del más exitoso disco “Love at first sting” del 84. Este portentoso vocalista que, obviamente ya a sus 75 años no tiene la movilidad en el escenario de antaño (aunque tuvo sus momentos de empuñar una guitarra de apoyo, de lanzar baquetas al personal y sus toques con la pandereta) pasará a la historia del rock por ser uno de las más grandes de todos los tiempos, y al igual que los cantaores jondos flamencos, fue calentándose para ir cantando mucho mejor a medida que avanzaba el espectáculo. A estas alturas estaba reketeconstatado el poderío incontestable de la fuerza de la base rítmica formada por el bajista polaco Pawel Maciwoda (casi dos décadas completas ya en el grupo) y esa locomotora humana imparable que es el sueco Mickey Dee a la batería.
Con otro tema instrumental que me pilló en el suministro de cerveza sobrevino un momentazo especialmente emocionante para la parroquia metalera local, pues Javi Ortega y Panchi (guitarra y voz de los muy queridos Stingers, el combo sevillano considerado la mejor banda tributo a Scorpions del planeta) saltaron a darle a sus maestros unas placas o azulejos creo a modo de regalo y agradecimiento conmemorando las dos visitas de sus héroes hechas a tierras hispalenses.
Esto sirvió de transición a los instantes más tiernos y delicados, sonando la primera balada del show “Send me an angel” a las 23: 17 minutos, es decir después de 40 minutos de leña marismeña en el corral, llamó la atención la acústica en forma de Gibson Flying V de Rudolf, enlazaron con “Wind of change” cambiando la letra para adaptarla a la triste actualidad del conflicto bélico en Ucrania y una tercera pieza seguida del álbum de 1990 “Crazy world”, la pegadiza “Tease me please me”.
El extraordinario medio tiempo en clave hard rock elegante “Rock believer” dio paso a que descansaran un poco los más veteranos para que en “New vision” se lucieran con sendos solos el bajista y sobre todo el salvaje batera Mickey (un bicharrako que, tras pasar por las formaciones de King Diamond y Don Dokken a finales de los 80, fichó por Motorhead y se pegó 23 años en sus filas), este dato tratándose de tambores es para ser digno merecedor de la medalla al mérito al trabajo…cuántas veces habrá interpretado “Overkill” esta criaturita convirténdolo en leyenda del speed metal for ever. Este percusionista soltó un sonoro tapabocas a todos los que dicen que los solos de batería resultan aburridos, los 10 o 12.000 asistentes vibraron y jalearon con su impresionante peoná de 8 minutos en la que las pantallas mostraban los créditos de las maquinitas tragaperras a las que tan aficionado fue su antiguo jefazo Lemmy Kilminster, cuyo careto aparecía en los mismos, al igual que el dibujo de la portada del “Blackout” (1982) a toda mecha -con Rudolf jugueteando con un modelo de guitarra con tubo de escape incluido- que sonó luego o el logo de los escorpiones.
Me quiero detener antes de finalizar esta crónica en la enorme figura de superestrella del rock que es el señor que fundó en Hannover en 1965 a esta imponente banda, Rudolf Schenker que estuvo inspiradísimo en los 3 o 4 solos memorables que nos dejó, plenos de sentimiento, calidad y categoría y actuando como un martillo pilón en la guitarra rítmica de la que es el absoluto campeón olímpico y puto amo para la comunidad heavy, casi a la misma altura y con el permiso del mismísimo Malcom Young de los AC/DC. Con la coreadísima “Big city nights” se retiraron a las 23:53 horas. Con la audiencia implorando por los bises eché en falta temazos como “No one like you”, “Dynamite” y, sobre todo ese flipante popurrí que hacían de viejas piezas setenteras de la época de Uli Jon Roth y su sonido hendrixiano como “Speedy´s coming” o “Catch your train”…se entiende que la garganta tenor de Klaus ya no llega a tonos tan imposibles y por supuesto que debemos perdonárselo pues bastantes alegrías nos ha regalado en 50 años.
La fiesta final a modo de colofón feliz vino con el arquetipo de balada heavy sublime por antonomasia “Still loving you”, …esos lagrimones y aquel imbatible single, también canon del perfecto tema hard rock/heavy metal con estribillo inmortal, “Rock you like a hurricane” y se acabó lo que se daba a las 12 y 10 minutos de esta irrepetible noche completando algo más de hora y media de actuación. Ojalá que la organización del festival cambie al mes de octubre -en el que el termómetro es más benigno- su edición para 2024 y nos regale la presencia de Aerosmith en su gira mundial de despedida.
Texto: Eduardo “Powerage” Pineda.
Fotos: Francisco José Gómez Rodriguez
Videos: Margot/Daniby