Barcelona vibró la noche del 5 de septiembre de 2025 con la llegada de Kabrönes, quienes desembarcaron en la Sala Razzmatazz, con su explosiva gira “Totus Tour”. Desde bien temprano se palpaba el ambiente en los alrededores del recinto, con largas colas de seguidores y todos deseando ver a sus músicos favoritos.

A las 19:30 se abrieron las puertas y poco después de las 21:00 empezó a sonar la melodía de entrada y todo el público empezó a animarse al escuchar las primeras canciones. El público, entregado desde el primer acorde, se notaba que estaban listos para el concierto, porque ya se sabían todas las canciones de los primeros álbumes de Mägo de Oz.

El setlist no defraudó a ningún fan, sonaron con garra “El ángel caído”, “El cantar de la luna oscura” y un rotundo “Hasta que el cuerpo aguante” que levantó puños al aire. La fiesta alcanzó uno de sus momentos más intensos cuando tocaron dos clásicos imprescindibles, “Fiesta pagana” y “Molinos de viento”, coreados al unísono por toda la sala. Como broche final, cerraron con un poderoso “Satania”, dejando a Razzmatazz patas arriba.

Entre canción y canción, hubo momentos únicos que hicieron la noche todavía más especial como por ejemplo, el teclista se convirtió en auténtico maestro de ceremonias, animando constantemente al público y manteniendo la energía en lo más alto. La banda detuvo el concierto para entonar el “Cumpleaños feliz” a una fan, gesto que desató la ovación de toda la sala.

También el violinista se lució con varios solos espectaculares, que aportaron un aire épico y emocionante al show. Hubo un instante especialmente emotivo cuando interpretaron “Es hora de marchar” en homenaje a Fernando Ponce de León y Sergio Cisneros, dos piezas clave en la historia de esta banda que fallecieron.

En otro momento de la noche, dos chicas del público fueron invitadas a subir al escenario para cantar junto a la banda una canción, fundiendo aún más la barrera entre artistas y fans. Y como guinda del pastel, se vivió una colaboración sorpresa con Adrià Mondaray, que se unió a las voces para un tema que puso los pelos de punta y encendió la sala aún más.

Tras un concierto completísimo y de una duración más que suficiente, Kabrönes abandonaron el escenario con el grito y aplausos de los asistentes.

En definitiva, la banda reafirmó su estatus, con una actuación enérgica, directa y cargada de emoción. Una velada inolvidable que combinó fuerza, cercanía y grandes momentos que quedarán grabados en la memoria de los asistentes.

Fotos y texto: Josep Picón Diéguez

 

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