Una noche de punk rock en Málaga
Se presentaba un miércoles cargado, musicalmente hablando, en Málaga.
Texto y Fotos: Alejandro Hoyos
Aunque lo normal en este tipo de conciertos es que se celebren en fin de semana, cada vez es más habitual que este tipo de giras mundiales pasen por las ciudades entre semana, y obliguen a muchos a buscar la manera de poder acudir, o incluso que no puedan asistir, por trabajos con menos flexibilidad. Aun así, hubo una gran entrada. La sala estaba adaptada a formato medio, pero se alcanzó casi el lleno absoluto en esta modalidad.
Como era de esperar, Belvedere salió a su hora clavada. Al ser cinco bandas, no se podían permitir el lujo de perder ni un minuto.
Solo tuvieron 30 minutos, pero, para tener que romper el hielo, supieron aprovechar su tiempo y conectaron con esos primeros asistentes más tempraneros.
Luego les tocaba el turno a Crim, la única banda nacional de la noche. Se les notaban las ganas de tocar, pues incluso empezaron unos minutos antes de la hora estipulada. Quizá un poco más fríos de lo esperado, los de Tarragona —aunque especificaron que, por el poco tiempo que tenían y por el número de bandas, no iban a hablar mucho— prefirieron centrarse en tocar.
Igualmente, se echó en falta alguna conexión algo más cercana con el público entre canción y canción.
Los terceros en salir al escenario fueron Strung Out.
Los californianos ya se encontraron con un público más entregado y que casi llenaba la sala.
Uno de los platos fuertes del día, como hacían presagiar las no pocas camisetas entre los asistentes.
Transmitieron mucha fuerza, con más de 35 años a sus espaldas. Alto nivel técnico y en plena forma musicalmente; quizás los más “trasheros” de la noche y menos punk.
La banda cumplió las expectativas de la noche, y con ellos cruzamos el ecuador del recital.
Del hardcore al legado: Agnostic Front y Bad Religion completan la noche
Es el turno de Agnostic Front, los neoyorquinos. Con su intro de El bueno, el feo y el malo, salen a escena y terminan de reventar la sala.
Con un Vinnie Stigma imponente, haciendo las delicias de fotógrafos y presentes con esas poses y esa fuerza sobre el escenario.
Un set ajustado, pero que casi no dejó ningún clásico fuera: “The Eliminator”, “My Life My Way”, “Only in America” o “Gotta Go”.
A las 23:00 de la noche, por fin llegó el plato principal.
Pocas bandas pueden celebrar 45 años sobre el escenario, y menos aún al nivel que lo hacen Bad Religion. Con 17 discos en su carrera, rondando los 60 años de edad, más quisieran muchas bandas jóvenes tener la presencia y la fuerza de los californianos.
Un setlist que no varía mucho de lo que llevan años presentando, pero que —si algo funciona— ¿para qué cambiarlo? Tienen tantos éxitos que siempre se queda fuera algún favorito, pero ni con conciertos de cuatro horas podrían contentar a todo el público.
Sin muchas pausas, fueron uno tras otro desgranando todos los temas: “Recipe for Hate”, “Candidate”, “Modern Man”, “My Sanity” o “21st Century (Digital Boy)”, “Sorrow” y, como no, “American Jesus”, entre muchos otros clásicos.
La verdad, a priori no me convencía la idea de meter cinco bandas en la misma tarde-noche, al menos sin ser un festival de los que todos conocemos.
Pero, según fueron transcurriendo los conciertos, mis dudas se despejaron.
Cambios de backline en tiempos récord, mucha coordinación y profesionalidad.
Llegué a contar hasta 12 personas sobre el escenario antes de la actuación de Bad Religion.
Sonido impecable desde el primer acorde en todas las bandas, cosa que, según me consta por otras crónicas, no ha sido así en otros conciertos de esta misma gira.
Chapeau por el equipo técnico y la sala.