"EL TIEMPO QUE NOS QUEDE", UNA ODA A LA JUVENTUD Y A APROVECHAR EL PRESENTE.
Los gaditanos vuelven a poner el corazón sobre la mesa con su nuevo EP titulado "El Tiempo que nos quede", una colección de cinco temas que consolidan su identidad sonora y lírica, marcada por la intensidad emocional, melodías expansivas y una sensibilidad poética cada vez más depurada.
El EP incluye los sencillos ya conocidos por su público —"El Tiempo que nos quede", "Siempre nos quedará", "Esta noche" y "Noche vayas por favor"— y suma el inédito “Lirio de Cristal”, que termina de dibujar la esencia lírica del grupo con un sonido rockero y oscuro.
Grabado y producido por Juan Antonio Mateos en Grabaciones Sumergidas, este trabajo confirma la evolución natural de la banda hacia una sonoridad más detallista, con texturas envolventes y letras cargadas de simbolismo y emoción.
"Lirio de Cristal": la guinda final del nuevo EP
El tema inédito y carta de presentación del EP, "Lirio de Cristal", fusiona lo etéreo con lo visceral. Sus versos evocan una lucha interna entre el desgarro emocional y la belleza contenida en el dolor:
"Un lirio de cristal protegerá mi duelo"
Con imágenes que remiten a la naturaleza, la fragilidad y a lo onírico, Ruge Boreal encuentra aquí uno de sus momentos más inspirados. La canción representa un viaje introspectivo donde la herida se transforma en belleza, con una instrumentación cuidada y el característico timbre de Diego, su vocalista, que sostiene la emoción en cada sílaba.
Formación - Ruge Boreal está compuesto por:
Diego – voz principal y guitarra
Juata – guitarra solista
Martín – bajo
Arturo – batería
"El Tiempo que nos quede" es más que un EP: es la madurez de una banda y el asentamiento de un sonido "Ruge Boreal". Los gaditanos forman parte de la nostalgia que caracteriza a su generación, con un sonido propio dentro de la industria nacional y ponen sobre la mesa quiénes son Ruge Boreal y a qué han venido: vienen para quedarse y para que corees con ellos. Una invitación a detener el tiempo por un momento y dejarse atravesar por una banda que no teme mostrar su vulnerabilidad.