
Aunque todo empezó a mediados de los años 80, no sería hasta principios de los 90 cuando todo estallaría. Nadie estaba preparado para lo que iba a acontecer a nivel mundial en el ámbito musical. Un puñado de jóvenes llevando como única arma sus guitarras y su pasión por los sonidos distorsionados como religión, estaban preparados para dar un giro de 180º grados al negocio musical y por ende, marcar de por vida a toda una generación de la que soy parte.
Al grunge o “sonido Seattle” se le acusó en su momento de romper las reglas establecidas en el rock, hablar de tristeza, mal rollo o suicidios y abandonar las candilejas del show business. Es cierto que rompió con el arquetipo establecido de lo que tiene que ser una banda de rock. Incluso hizo peligrar el heavy metal, que a su vez se vio obligado a reinventarse de la mano de grupos como Pantera, influenciados a su vez por lo que había ocurrido en Seattle y así crear el metal moderno como lo conocemos ahora. Todo eso es cierto en parte, pero en el gran haber de este movimiento está el poder dar a la gente la posibilidad de conseguir un sueño si tienes esperanza, pasión y tesón. El grunge democratizó en parte el rock, género que se había endiosado, que sólo se miraba el ombligo y que había sido fagocitado por el star system. Con el paso de los años también le ocurriría al grunge, pero su irrupción nos sirvió a muchos como madera a la que aferrarnos, en el naufragio que existe entre la adolescencia y convertirte en adulto.
Haber estado presente y vivir la entrada en escena de bandas como Pearl Jam, Nirvana,Soundgarden, Alice In Chains o Mudhoney fue un privilegio, que en esa época no lo percibías, pero que con el paso del tiempo su huella imborrable, ha corroborado que lo que vivimos esa generación fue algo inolvidable; posiblemente la gran última revolución del rock y por extensión de la música.
Todavía recuerdo como si fuera el primer día, salir corriendo del instituto para poder ver el vídeo de “Smell Like Teen Spirit” de Nirvana en un programa que echaban los mediodías en la televisión española. No te percatabas que lo que estabas viviendo era muy grande, pero sabías que eso era importante, una luz brillante a la que seguir y con la que pasabas tus horas muertas de juventud, pensando, quién sabe, si algún día podrías ser como ellos, o simplemente tendrías los arrestos para conseguir lo que deseas de la vida.